SISTEMAS POLÍTICOS
I. Concepto
En un sentido muy laxo, un sistema político es el conjunto
de instituciones públicas, organizaciones de la sociedad, comportamientos,
creencias, normas, actitudes y valores que mantienen o subvierten el orden del
que resulta una determinada y, por lo general, desigual y conflictiva
distribución de utilidades.
La expresión “sistema político” y su plural se ha instalado no sólo en el
lenguaje de la ciencia política, sino también en el lenguaje común de un modo
tan arraigado como términos políticos de mayor tradición como ideología, Estado
o partidos. No obstante, es bastante más difícil precisar qué denota
exactamente este vocablo.
El término fue traído al campo de la ciencia política, desde el terreno
de la informática, la teoría cibernética de las comunicaciones y de la llamada
teoría de los sistemas generales propuesta por Bertalanffy, pasando por la
sociología de Parsons, con el propósito expreso de construir categorías de
análisis y enfoques conceptuales novedosos que permitieran romper con el
enfoque jurídico e institucional dominante en los estudios políticos hasta la
mitad del siglo XX.
Uno de los más citados trabajos en este sentido es el David Easton,
quien más que una teoría política en sentido estricto aporta un esquema para el
análisis que consiste más en un compendio de conceptos y de definiciones de
términos nunca antes usados por los politólogos, que en la construcción de una
teoría empírica sobre los fenómenos políticos.
Han pasado ya casi cincuenta años desde que David Easton escribió
su The Political System y casi cuarenta desde que
publicó sus dos obras en las que detalló su esquema de análisis (A framework for Political Analysis y A System Analysis of Political Life)
y, desde entonces hasta ahora, es poco lo que se ha avanzado en la construcción
de una verdadera teoría sistémica del comportamiento político.
En sus inicios, algunos le auguraron un gran futuro a la aplicación del
enfoque de sistemas en la política. Willliam Mitchell,
por ejemplo, afirmó en la aún prestigiosa aunque ya vieja Enciclopedia
Internacional de las Ciencias Sociales de 1968, que el análisis de sistemas de
seguro sería ampliamente usado en el futuro bien fuese en su versión
organicista y funcionalista (representada principalmente
por Easton y Almond) o en su vertiente más mecanicista y
cuantitativa (construida principalmente por Kaplan en el terreno de
las relaciones internacionales). Pero el hecho es que a casi cincuenta años de
su introducción en la ciencia política la otrora pretenciosa teoría de sistemas
no ha logrado ser mucho más que una terminología muy generalizada, compartida
por expertos y legos, pero que en realidad no es muy precisa ni está
rigurosamente formalizada, como lo exigiría el uso estricto del paradigma del
cual se importó su uso a las ciencias sociales. Hoy en día se emplean
comúnmente los vocablos sistema, variables, retroalimentación, insumos y
productos, entre otros, de modo puramente figurativo o analógico, pero en
ningún caso se han podido establecer las ecuaciones que expresen las leyes o el
mecanismo de funcionamiento del sistema y que expliquen las conversiones de los
insumos en resultados o productos.
Puede argumentarse que si bien el análisis sistémico de la política no ha dado
todos los frutos teóricos que debería, ha servido al menos para organizar los
conceptos y presentar un esquema de análisis cualitativo más organizado y con
una terminología propia e independiente del análisis jurídico y constitucional
dominante antes de los años cincuenta. El uso extenso del concepto de sistema político en mucho está
asociado con el nacimiento y desarrollo de la ciencia política como disciplina
autónoma del derecho y de la sociología general. Pero, lamentablemente, tal
emancipación no necesariamente se ha traducido en una mayor clarificación y
desarrollo de una teoría general de los sistemas políticos. A lo sumo, se han
obtenido diversos enfoques analíticos, tipología y organizaciones de conceptos
que tienen una amplia aplicación descriptiva, pero que todavía están muy lejos
de una teoría científica en sentido estricto.
En su acepción más abstrusa, un sistema político es el conjunto
conductual integrado por las interacciones que generan la asignación
autoritaria de valores en una sociedad1. Una asignación es
autoritaria, segúnEaston, “cuando las personas que hacia a ella se orientan se
sienten obligadas por ella”2 . Y las personas, miembros
del sistema, se consideran obligados por tres razones: 1) la coerción o la
amenaza de coerción física o psicológica severa; 2) el interés personal y 3) la
lealtad, el sentido de la legalidad o de la legitimidad. Pero al margen de
cuál sea la razón por la que alguien se somete a la autoridad, lo que
caracteriza como político a un sistema es el hecho de que sus asignaciones sean
obligatorias.
Esta definición para algunos de sus críticos, más que abstracta, es
indeterminada. Es decir, no se trata, como aspira su autor, de un concepto
aplicable a cualquier forma de organización social en cualquier momento
histórico y en todo espacio geográfico, sino más bien de una creación
terminológica que no permite distinguir lo que realmente es un sistema político.
En la búsqueda de una mayor precisión Easton distingue
entre sistemas políticos propiamente dichos y otros sistemas que realizan
asignaciones obligatorias para sus miembros, aunque al interior de ámbitos
sociales o territoriales más restringidos tales como las familias, las
organizaciones religiosas, los grupos de linaje o castas, las instituciones
educacionales y las unidades económicas. Para este propósito Eastoncrea el
concepto de “sistemas parapolíticos” o también “sistemas políticos internos” con
el que designa sistemas de asignación autoritaria de valores al interior de
grupos y subgrupos menos incluyentes que la sociedad y que resultan análogos,
más que isomórficos, al sistema político societal.
¿A qué se refiere, entonces, en última instancia el
concepto eastoneano de sistema político? Pareciera que se
reduce al de Estado nacional soberano pues es esta la entidad política
empíricamente existente más inclusiva. Pero esto no queda claro en la teoría
de Easton y, de ser así, el esfuerzo por emancipar a la ciencia
política creando un objeto teórico propio de investigación, entendido como un
sistema de comportamientos empíricamente observable dedicado a la adjudicación
autoritaria de valores para la sociedad, queda sin efectos. Se estaría hablando
de la misma entidad que el derecho constitucional ha identificado con
anterioridad y precisión como su objeto de estudio.
La debilidad mayor de la teoría de Easton de los sistemas políticos fue puesta de
manifiesto tempranamente por Eugene Meehan3. De acuerdo
con Meehan, la debilidad fundamental de Easton es que su teoría
no pretende explicar fenómenos empíricos sino simplemente crear un esquema de
conceptos abstractos. Así, pretendiendo definir la política como un sistema
de comportamiento, Easton termina por no definirla. Al reconocer la
existencia de sistemas parapolíticos, acepta que la política ocurre en todas
partes, en organizaciones menos incluyentes que el sistema político “societal”.
Vista así la teoría de Easton no bastaría con definir la política como el sistema
de conductas dirigidas a asignar valores con el respaldo de la autoridad.
Habría que precisar el ámbito de validez de tales asignaciones obligatorias (es
decir, un territorio) y determinar los miembros del sistema (es decir, la
población) que están sujetos a tales obligaciones. En suma, al menos que se
entienda por sistema político lo mismo que Estado nacional, queda sin
definir la política y, de aceptarse tal sinonimia, entonces el esfuerzo
de Easton ha sido puramente nominal, no teórico.
Al asumir el enfoque de sistemas para describir la política, Easton privilegia
la estabilidad como un requisito esencial del sistema político. Para algunos de sus
críticos esto introduce un sesgo excesivamente conservador en su esquema.
Cierto es que Easton se ocupa más de la estabilidad del sistema que
de sus transformaciones, sin embargo, el esquema eastoneano permite
comprender que, en principio, en lossistemas políticos existen
mecanismos que permiten manejar las tensiones emanadas del ambiente logrando
adaptaciones que pueden llevar incluso a cambio de importancia, sin que
necesariamente se produzca una ruptura revolucionaria o, en sus términos, una
perturbación severa de sus variables fundamentales. En segundo lugar, su
enfoque también permite describir procesos de cambio que conducen a perturbaciones
tan importantes del sistema político que no conducen a su
transformación en un sentido positivo o revolucionario, sino a su deterioro, a
la merma severa de sus capacidades e incluso a su desaparición, con lo cual se
refuerza la idea de que no necesariamente los cambios políticos radicales son
progresistas. Estas dos ideas han sido especialmente útiles
en Iberoamérica, donde por décadas han proliferado las propuestas
optimistas de cambios radicales y revolucionarios para superar los problemas de
eficacia y eficiencia del Estado.
Especialmente interesante, a los efectos del estudio de la estabilidad,
es su tipología de los apoyos al sistema. Un sistema puede recibir apoyos
específicos a sus decisiones de asignación de valores o puede también recibir
apoyo difuso, no ya a sus decisiones concretas, sino a través de las actitudes
y valores acerca del sistema en su conjunto. Los déficits más graves
son los de apoyo difuso, pero una situación sostenida de deterioro de los
apoyos específicos puede conducir, a la larga, a una pérdida del apoyo difuso
y, en definitiva, a una severa perturbación del sistema.
La noción de apoyo tiene una enorme importancia pues permite manejar de
un modo más claro, sencillo y empírico el complicado y casi irresoluble problema
teórico al que conduce una noción emparentada, pero más vaga: la de legitimidad. Mediante técnicas
empíricas de medición de actitudes, valores y cogniciones, es bastante más
fácil medir niveles de apoyo a decisiones específicas del sistema político, así como las
afectos, conocimientos y representaciones que los individuos tienen respecto
del sistema en su conjunto, que observar la legitimidad que, en
un estado de derecho, en última instancia se vincula de algún modo al
problema de la legalidad. En este punto, entonces, algunos conceptos del
esquema de Easton contribuyen a la autonomía de las categorías para
el análisis político.
Jean-William Lapierre4 usa la
teoría eastoneana pretendiendo mejorarla y reducir su excesiva
generalidad. Lapierre define al sistema político como el
conjunto de procesos de decisión que conciernen la totalidad de una sociedad
global. Añade que hay dos grandes categorías de decisiones: las relativas a la
coordinación o regulación de las relaciones entre los grupos particulares y las
correspondientes a las acciones colectivas que comprometen o movilizan a la
totalidad de la sociedad global. Para Lapierre el sistema político no se define ni
por la asignación de valores (pues hay otros sistemas sociales, como el
mercado, que realizan una función similar) ni por el carácter autoritario de
tales asignaciones (pues hay sistemas parapolíticos que imponen sus
decisiones a sus miembros). Lo que caracteriza al sistema políticoes que sus decisiones
atañen a la totalidad de la sociedad global, según Lapierre.
No obstante, tanto este último autor como su predecesor,
David Easton, no deja claro que significa exactamente el hecho de que las
decisiones del sistema afecten o conciernan a la sociedad en su conjunto. Esta
afirmación parece más un objetivo prescriptivo que una descripción de
la realidad. ¿Hasta que punto puede decirse que toda decisión de todo sistema político afecta a toda
la sociedad? Es evidente que en muchos lugares las decisiones del sistema político no afectan ni
involucran a toda la sociedad. Sólo para mencionar un ejemplo por lo demás
evidente, los casos de las más grandes ciudades del mundo (Sao Paulo, Ciudad de
México, Los Angeles) e incluso de algunas más pequeñas pero muy complejas
(como Medellín, Bogotá, Río de Janeiro o Caracas) ponen de manifiesto la
existencia de formas de autonomías políticas, especies de nuevos feudos
regulados con sus propias normas informales, que funcionan como espacios
sociopolíticos incontrolados y no sometidos de modo permanente a la autoridad política.
La referencia a sociedad como un todo resulta más parecida a una petición de
principio que a una afirmación teórica con referente empírico.
Desde una perspectiva distinta, expresamente funcionalista,
Gabriel Almond5 , definió el sistema político como un sistema
de interacciones, existente en todas las sociedades independientes, que realiza
las funciones de integración y adaptación, tanto al interior de la sociedad
como en relación con las otras, mediante el uso o la amenaza del uso de la violencia
física más o menos legítima. Esta definición, al igual que la de Easton,
carece de un claro referente empírico. Obviamente, hace evocar la
definición weberiana de Estado, pero añadiendo la idea de funciones
políticas e identificando como tales la de “integración” y “adaptación”.
El sistema político, según Almond, desempeña las siguientes
funciones, identificadas por el autor sobre la base del estudio de las
actividades propiamente políticas de los sistemas occidentales. Por el lado de
los insumos: 1) socialización y reclutamiento político (es decir, la formación
de unas determinadas actitudes, valores y creencias para la posterior
incorporación de los sujetos al sistema); 2) articulación de intereses
(mediante la cual los grupos sociales llevan al sistema sus acciones); 3)
agregación de intereses (mediante la combinación de intereses en formulaciones
generales y por medio del reclutamiento de personal comprometido con una cierta
orientación política) y 4) comunicación política (por medio de la cual se
realizan todas las demás funciones). Por el lado de productos el sistema
realiza tres funciones que se explican por sí mismas: 1) elaboración de normas;
2) aplicación de normas y 3) juicio conforme a las normas. Habría que decir que
estas tres funciones evocan, lo quiera Almond o no, a la clásica
división del poder público en tres ramas.
Dejando de lado problemas importantes tales como qué es una sociedad
“independiente” (¿será simplemente un Estado nacional soberano?) y lo que
significa el ejercicio “más o menos legítimo” de la violencia, al igual que el
de Easton, el aporte de Almond se reduce a un esquema de
conceptos más que a una teoría de los sistemas políticos de naturaleza
explicativa. Su esfuerzo llega, a lo sumo, al nivel de las tipologías, útiles
por lo demás a la hora de organizar datos y con aplicación en estudios
comparativos de naturaleza descriptiva, pero insuficientes para explicar el
comportamiento de las variables políticas.
Otra conceptualización digna de mención es la de Karl Deutsch,
que a diferencia de los antes señalados se basó principalmente en la
cibernética para construir un modelo del sistema político visto como un
sistema de comunicación en el que el gobierno es considerado un centro de toma
de decisiones6. Simplificadamente, el modelo
de Deutsch consiste en un diagrama que representa el flujo que parte
de unos receptores que captan, seleccionan y procesan la información interna y
externa. Las decisiones del sistema se toman con base a estas informaciones,
relacionadas con la memoria y los valores del sistema, y se traducen en unos
determinados resultados o consecuencias que realimentan el flujo de
información.
Este otro enfoque de los sistemas políticos, que tampoco ha
tenido un gran desarrollo más allá de las formulaciones iniciales
de Deutsch, ha sido duramente criticado por ser especialmente mecanicista,
estático y conservador. Así lo ha criticado Oran R. Young7. La
influencia que en él tiene la ingeniería de las comunicaciones hace que sus
analogías no sean especialmente aplicables a los procesos políticos realizados
por humanos bastante más complejos que las máquinas. Su enfoque de las
decisiones políticas exige una racionalidad y una certeza inexistentes en
la política. Además, el modelo se concentra más en los procesos de flujo de
información que en los resultados de las decisiones políticas. De los conceptos
fundamentales de este enfoque destaca su autor los de capacidad de carga,
demora, delantera y ganancia. La carga es el total de información que es tomada
en un momento dado. La capacidad de carga es definida como una función del
número y clase de los canales de disponibles. La delantera es la capacidad del
sistema para reaccionar anticipadamente con base a previsiones de consecuencias
futuras y la demora es una medida de la tardanza en informar y actuar sobre
información referida a las consecuencias de las decisiones tomadas. La ganancia
es la extensión de la respuesta del sistema a la información que recibe. Tales
conceptos permiten la medición de los flujos y la construcción de indicadores
de actuación del sistema, pero dejan de lado muchos aspectos sustantivos y
cualitativos del proceso de gobierno.
Aparte de las nociones de sistema político, tan abstractas como
las precedentes, hay acepciones menos ambiciosas del mismo término que, en
realidad, son las más frecuentemente empleadas, implícita y explícitamente, en
la ciencia política y en el discurso político de los no especialistas. Pese a
la debilidad intrínseca de los enfoques de Easton y de Almond,
que en sí misma explica que sus teorías no hayan madurado luego de casi medio
siglo de antigüedad, el término sistema político sigue siendo
usado ampliamente aunque muchas veces de un modo bastante más amplio.
Es este el caso, por ejemplo, de Maurice Duverger8.
Este autor, como se sabe, de formación jurídica y constitucionalista, parte de
la distinción entre instituciones, regímenes y sistemas. Por sistema social, en
general, entiende en sentido laxo todo conjunto de partes o roles en los cuales
los diversos elementos forman un todo único y ordenado, siendo además éstos
interdependientes entre sí. Según él, el nombre de sistema se reserva en
general al conjunto de los roles o modelos de comportamiento que integran la
cultura de un grupo y sirven para definirlo. El sistema político, desde su
perspectiva no es más que una entidad analítica para el estudio, o dicho en sus
términos, es el conjunto del sistema social estudiado en sus aspectos políticos9;
es decir, el sistema político es el “cuadro general” en el cual “los
diversos elementos se colocan en una correlación recíproca”. Las instituciones
políticas, a su vez, son las partes integrantes de un subsistema político que
es denominado “régimen político”10.
Un enfoque diferente al de Duverger es el que ofrece Samuel Huntington11 quien
usa el término sistema político para designar un conjunto formado por unas
determinadas instituciones políticas, que tienen unas determinadas expresiones
formales identificables en el régimen jurídico, en relación con un cierto nivel
de participación que se manifiesta en conductas observables empíricamente y
referidas al ejercicio delpoder político por medio de las
instituciones y los actos del gobierno.
Por último, David E. Apter12, partiendo de una
definición de sistema más conductualista que neoinstitucionalista,
y criticando el enfoque de sistemas por demasiado aparatoso y alejado de la
realidad, define alsistema político como una formación que resulta de la relación
entre las normas de una sociedad y las pautas de autoridad prevalecientes.
Apter13 se atrevió a predecir que el futuro de la
ciencia política estaba más en el neoconductismo que en
el neoinstitucionalismo, pero, vistas las cosas desde las
últimas perspectivas de la ciencia política, parece claro que ésta no puede renunciar
al estudio de las instituciones, aunque sin poner en duda que el
análisis politológico ha incorporado una visión de sistema al tiempo
que de ciencia del comportamiento que le permite observar fenómenos no visibles
desde el punto de vista estricto del derecho público y el derecho
constitucional.
II. Tipología
Existen diversas tipologías de sistemas políticos y muchas de
ellas comparten una misma carencia: son construidas con fines esquemáticos o
comparativos, pero en la medida en que, como se vio antes, no hay una teoría de
los sistemas políticos validada y general, están demasiado atadas a
las circunstancias históricas y a la naturaleza específica de los casos
incluidos en ellas. Dicho de otro modo, son básicamente esquemas de ordenación
de datos elaboradas, la mayor parte de las veces, a partir de
generalizaciones empíricas.
En las tipologías que aquí vale la pena mencionar destaca la de
Samuel Huntington. La misma obedece al cruce de dos variables que el autor
identifica como claves para explicar el desarrollo político: el nivel de
institucionalización y el de participación política. Según su nivel de
institucionalización, los sistemas políticos pueden estar
gobernados principalmente por leyes o por personas. La participación, a su vez,
puede ser baja, estando restringida a un pequeño grupo de personas
pertenecientes a la élite burocrática o la aristocracia tradicional;
puede ser media, cuando los grupos de las clases medias acceden a lapolítica o puede ser
alta, cuando a estos dos tipos de grupos sociales se suman los sectores
populares.
La relación entre ambas variables no pretende sólo crear esquemas de
clasificación, sino que obedece a una hipótesis que pretende explicar la
estabilidad: a medida que aumenta la participación política, debe crecer la
institucionalización o de lo contrario no se mantendrá la estabilidad del
sistema. De la relación hipotética entre institucionalización y
participación Huntington deduce las diferencias entre dos tipos
básicos de sistemas políticos: cívicos y los pretorianos. Los sistemas cívicos
son los que gozan de un alto nivel de institucionalización respecto de su nivel
de participación, mientras que los pretorianos son los que tienen bajos niveles
de desarrollo institucional y elevados niveles de participación que se expresan
en el hecho de que las fuerzas sociales, usando métodos propios, actúan
directamente en política. Los niveles de desarrollo institucional y de participación son
variables de una sociedad a otra por lo que los sistemas cívicos y pretorianos
pueden darse en diversos niveles de participación política, pero en definitiva
el pretorianismo es el resultado de un nivel de participación mayor que aquel
que las instituciones pueden enfrentar.
Huntington identifica finalmente seis tipos de sistemas políticos tal como se
muestra en el siguiente cuadro:
Cuadro 1. Tipos de sistemas políticos
según Huntington
Participación
Política
|
Relación de Institucionalización-Participación
|
Alta: Cívica
|
Baja: Pretoriana
|
Baja: tradicional
Media: transicional
Alta: moderna
|
Orgánica
Progresista
De participación
|
Oligárquica
Radical
De masas
|
Esta tipología muestra como el estudio de la política desde la
perspectiva del comportamiento del sistema político da autonomía a
la politología. Ella ofreció una perspectiva para el estudio de los
problemas de estabilidad, orden y cambio de los Estados y sociedades en
desarrollo virtualmente imposible de llevar a cabo desde la perspectiva más
tradicional del estudio de sus formas de gobierno y, como se
sabe, produciendo un importante cambio de perspectiva respecto de la compleja
relación entre modernización y estabilidad política al mostrar que no
necesariamente una mayor participación política conduce a unsistema político desarrollado y
sostenible.
Desde una perspectiva teórica distinta, Apter clasifica los
sistemas de acuerdo a como se expresan simbólicamente las normas de una
sociedad en combinación como se define la autoridad, es decir el grado de
responsabilidad de los dirigentes con los dirigidos. Los valores pueden
representarse como ideologías o como religiones, como preceptos éticos o como
metas sociales concretas; es decir, de modo instrumental o de
manera consumatoria. La autoridad puede ser ejercida jerárquica o
piramidalmente. Así, del cruce de las dos variables Apter deriva
cuatro tipos de sistemas:
Cuadro 2. Tipos de sistemas políticos
según David Apter
Normas
|
Autoridad
|
Jerárquica
|
Piramidal
|
Valores Consumatorios
|
Sistemas de Movilización
|
Sistemas Teocráticos
|
Valores Instrumentales
|
Sistemas Burocráticos
|
Sistemas de Conciliación
|
Los sistemas de movilización (cuyo ejemplo típico es el de la China
de Mao) poseen una ideología política universalizante que
permite que las cuestiones de interés se pacten como cuestiones de valor. El
sistema no tiene que ser necesariamente de “izquierda”, puede combinar
elementos de ésta y de la “derecha” o ser puramente de “derecha”. Incluyen un
líder carismático o profético que moviliza con una ideología proselitista y que
tiene que enfrentar el problema que Weber identificó como
“ritualización del liderazgo” que conduce, a su vez, a la declinación de
las creencias y la búsqueda del interés personal sobre el comunitario. Los
sistemas de conciliación son representativos, aunque no necesariamente
democráticos (la categoría incluye casos de sistemas de un solo partido muy
representativo). La vida pública es entendida en términos de fines
instrumentales por lo que enfrentan el problema de la pérdida de significación
de la misma y aparición de conflictos que violentan el marco legal o los
mecanismos de negociación de los que depende el sistema. Los sistemas
burocráticos son el resultado del cambio de alguno de los dos sistemas
previamente descritos como consecuencia de la búsqueda de soluciones al
problema de la accesibilidad de la élite. Propenden a favorecer los
reclamos de representación basados en el interés y los regulan de acuerdo a
patrones institucionalizados y reconocidos. Los sistemas teocráticos son sólo
casos históricos, según Apter, el ejemplo típico es el feudalismo europeo.
Por su parte, Duverger analiza lo que él llama “los
grandes sistemas políticos” del momento histórico en el que escribió su obra.
Para ello usa dos combinaciones contrapuestas: de una parte, el régimen político(liberal o
autoritario) y del otro, el sistema económico (socialista o capitalista). De la
combinación de las dos contraposiciones se obtienen cuatro tipos de sistemas políticos, que se muestran en
el cuadro 3, de los cuales sólo funcionan actualmente los tres primeros.
Cuadro 3. Tipos de sistemas políticos
según Duverger
Sistema Liberal
|
Sistema Socialista
|
Democracia Socialista
|
Democracia Liberal
|
Sistema Capitalista
|
Dictadura Socialista
|
Régimen autoritario Capitalista
|
|
Sistema autoritario
|
La democracia liberal es el sistema político típico de occidente con todas sus variantes institucionales (presidencialismo,
el semi presidencialismo y parlamentarismo; los sistemas republicanos y las monarquíasconstitucionales).
La dictadura socialista es el sistema político de la URSS
y los países del Europa del Este antes de
la caída del muro de Berlín.
El régimen autoritario capitalista es la monarquía arcaica y lasdictaduras fascistas o conservadoras. Sólo ha habido dos casos históricos y
de muy corta duración de democracia socialista (Checoslovaquia en
1968 y el gobierno de Salvador Allende en
Chile derrocado enseptiembre de 1973).
Ninguna de las tipologías presentadas aquí resulta del todo satisfactoria.
La
de Duverger está fuertemente influida por la situación histórica que analizó para construirla, su elaboración teórica,
en consecuencia,es bastante más pobre que las otras presentadas aquí.
Su valor está, sin embargo, en que pone
de manifiesto la importancia de tener en cuenta las instituciones efectivamente existentes a
la hora de teorizarsobre los sistemas políticos.
La de Apter muestra el valor
de tener en cuenta aspectos del funcionamiento del sistema, además de las instituciones, pero a veces es especialmente vaga.
No obstante, la mismapuede servir de
base para estudio de fenómenos políticos de una enorme relevancia en Iberoamérica, como es el caso del populismo14.
La tipología de Huntington pone de relieve
la importancia de analizaraspectos de comportamiento político (la participación)
con aspectos institucionales (los canales por los cuales se
conduce, se maneja o
se impide la misma), pero sus conceptos a veces se alejan demasiadode las realidades institucionales de los países que estudia.
En suma,
la tarea de combinar de modo apropiado las variables políticas y
de construir una teoría política de los sistemas que con
tenga al mismotiempo generalidad y aplicación empírica está aún por realizarse.
Vocablos de referencia:
Regímenes políticos
Formas de gobierno
Bibliografía:
Almond, G.: “A
functional approach to comparative politics” en G. Almond y J.S. Coleman: The
Politics in the developing areas. Princenton Press, Princenton,
1960.
Apter, D.: Estudio de la modernización. Amorrortu Editores, Buenos
Aires, 1970.
Deutsch, K. W.: Los nervios del gobierno. Editorial Paidós, Barcelona,
1963.
Duverger, M.: I sistimi politici, Editori La Terza. Roma-Bari,
1978.
Huntington, S.: El orden político en las sociedades en cambio. Editorial Paidós. Barcelona,1968.
Easton, D.: Enfoques sobre teoría política. Amorrortu Editores, Buenos
Aires, 1969.
_________: Esquema para el análisis político. Amorrortu Editores, Buenos
Aires, 1969.
Lapierre, J. W.: El Análisis de los Sistemas Políticos. Editorial Península, Barcelona, 1976.
Meeham,
E.: Contemporary Political Thought. A Critical Study. The
Dorsey Press, Homewood, Illinois, 1968.
Rey, J. C.: “Ideología y cultura política. El caso del populismo latinoamericano”
en Politeia 5; Instituto de Estudios Políticos,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1976.
Young, O.
R.: Systems of Political Science, Prentice Hall, Englewodd Cliffs,
N. J., 1968.
Angel ÁLVAREZ
NOTAS
1 Easton, D.: Enfoques sobre teoría política. Amorrortu Editores. Buenos
Aires, 1969. Pág. 221.
2 Easton, D.: Esquema para el análisis política. Amorrortu Editores. Buenos
Aires, 1969. Pág. 80.
3 Meehan,
E.: Contemporary Political Thought. A Critical Study. The
Dorsey Press. Homewood, Illinois, 1968.
4 Lapierre, J.
W.: El Análisis de los Sistemas Políticos. Editorial Península. Barcelona,
1976. Págs. 38-45.
5 Almond,
G.: “A functional approach to comparative politics” en G. Almond y J.S.
Coleman: The Politics in the developing areas . Princeton Press. Princenton,
1960. Pág. 7.
6 Deutsch, K.
W.: Los Nervios del Gobierno. Editorial Paidós. Barcelona, 1963. Pág.124
7 Young,
O. R.: Systems of Political Science. Prentice-Hall. Englewodd Cliffs,
N. J, 1968.
8 Duverger, M.
1955. Institutions politiques et droit constitutionnnel.I. Les grands systemes polítiques cuya traducción al italiano de
1978 casualmente titulada I sistimi politici, es la que se cita aquí.
9 Op. Cit.
Pp. 15.
10 Idem.
11 Huntington, S.: El orden político en las sociedades en cambio. Editorial Paidós. Barcelona,
1968.
12 Apter, D.: Estudio de
la modernización. Amorrortu Editores. Buenos Aires,
1970, Pág. 250.
13 Op cit., pp. 16-17.
14 En efecto, Juan
Carlos Rey ha construido una tipología del populismo latinoamericano, ampliamente usada para analizar el caso venezolano, basada en
la distinción entre sistemas de movilización y sistemas de conciliación (Rey,
J.C.).
REGÍMENES POLÍTICOS
I. Concepto
Ámbito espacio-temporal de carácter político que, en función de los
condicionamientos que sufre por su inserción en un sistema global ( que integra
los sistemas económicos y sociales mediatos –nacionales– e inmediatos
–internacionales–), determina distintas formas estatales, dotadas de elementos
y factores propios que, a su vez, expresan formas generales de organización de
la vida política, configurando una concepción específica de la existencia
humana y ciertos modos de ejercicio de la dominación política.
Son entidades de carácter tan complejo que, en una primera y general
aproximación, solo cabe entenderlas a merced de dos variables indicativas de
los distintos modelos de sistema político:
1. En función del modelo ideal de la
organización global (en el sentido dado por Max Weber), tendríamos los
siguientes tipos:
• De carácter histórico:
Estado moderno y Estado liberal.
• De carácter contemporáneo:
Estado democrático, Estado autoritario y Estado socialista.
2. En función del carácter concreto de
la organización política, siguiendo una perspectiva convencional,
histórico-institucional, tendríamos:
a) Modelos de sistemas pre-estatales,
que integrarían aquellas formas de dominación públicas –políticas–
correspondientes a las sociedades primitivas, a los imperios antiguos y
clásicos, así como a las formas correspondientes a las estructuras estamentales
medievales.
b) Modelos de sistemas estatales, que se
desarrollan en el proceso de transición bajo-medieval y que se corresponderían
con las formas de dominación genéricas del denominado Estado moderno, dentro
del marco global de transformación de las sociedades feudales a las
pre-capitalistas, que dan lugar a las formas de dominación del Estado
monárquico, en sus variantes limitada, absoluta y señorial/aristocrática, y que
paulatinamente trascienden hacia las formas de dominación del Estado liberal,
considerando:
• Sus manifestaciones como Estado
de Derecho, y como Estado Social de Derecho.
• Las alternativas que, frente a su crisis,
suponen las formas de dominación de los modelos autoritarios y socialistas y,
• La síntesis política que, como tendencia
generalizada, expresa la expansión de las formas de dominación correspondientes
a los modelos del Estado social y democrático de derecho, (ej. Social
democracia europea), por una parte, y del Estado Democrático de Derecho, por
otra (ej. USA).
Ahora bien, cada modelo de sistema, partiendo de los anteriormente
indicados como referencia formal, permite la concreción de muy distintos
subsistemas estatales, entendidos como formas concretas –materiales– de
organización pública y que expresan unas específicas formas de Estado.
Estas, a su vez, cabe diferenciarlas en función del modo en que
instituyen las relaciones entre los elementos esenciales del sistema
político, lo que nos permite apreciar:
a) Subsistemas estatales: Distintas
formas jurídicas de Estado, de carácter político y de naturaleza
público-territorial, según sea la configuración territorial del modelo y la
forma en la que se ejercen espacialmente las funciones gubernamentales (formas
unitarias, federales y regionales).
b) Subsistemas gubernamentales: Distintas formas de
manifestar la acción política de naturaleza pública-estatal. Se determina en
función de la manera en la que se organizan los Poderes Públicos y de la forma
en la que estos se relacionan entre sí, dando lugar a distintos modelos de:
• Formas de gobierno que:
- En función del carácter atribuido a la
jefatura del Estado y de la naturaleza constitucional que lo reviste, permite
distinguir entre formas monárquicas (dinástico-hereditarias) y republicanas
(electivas). Cabe situar aquí los modelos marginales de carácter carismático
que dan lugar a la dictadura.
- En función de la estructura
político-funcional del Ejecutivo determina modelos gubernamentales de carácter
monocráticos (presidencialistas puros, excepcionalmente dictatoriales);
dualistas (parlamentarios o mixtos, presidencialismo atenuado) y colegiales (
tipo Confederación Helvética; antiguos presidium en la línea soviética).
• Regímenes políticos: que según se
manifiesten políticamente las relaciones constitucionalmente establecidas entre
los Poderes Legislativo y Ejecutivo que (atendiendo al carácter y tipo de
Órgano Legislativo, así como a su capacidad de control material sobre el
Ejecutivo y al alcance de sus decisiones), cabe caracterizar como:
-Parlamentario,
si existe colaboración;
-Presidencial,
si existe predominio del Ejecutivo;
-Convencional,
si se manifiesta de forma colegiada (ej, Suiza) y,
-Asambleario, si se aprecia
confusión de poderes, con manifiesta tendencia a la supremacía del Ejecutivo
(como, p. Ej., los antiguos modelos socialistas de tipo soviético).
Naturalmente, este esquema metodológico, responde a criterios de tipo
ideal, ya que la realidad compleja de los sistemas políticos y
de sus modelos concretos no se expresa merced a tipos ciertos, sino a través de
formas estatales de dominación particulares que integran las diferentes
categorías aludidas. Ello obliga a un estudio concreto de cada modelo singular
de sistema político estatal, para realizar una clasificación
estable de sus elementos y obtener una definición precisa del conjunto que
integra su tipología.
Todas estas cuestiones nos exigen determinar brevemente una tipología
general de los sistemas políticos actuales.
Existen dos grandes tipos de sistemas políticos:
1. Sistemas
democráticos
• Democracias
estables
• Democracias en proceso de consolidación
y desarrollo
2. Sistemas no
democráticos
El concepto de democracia, en términos generales, puede
expresarse a través de dos concepciones básicas: la concepción crítica, que
desarrolla un concepto normativo respecto de los valores al expresarlos como un
concepto ideal-teleológico que persigue la autodeterminación de los seres
humanos. Por otro lado, la concepción positivista entiende la democracia como
procedimiento para la toma de decisiones.
De aquí arrancarían dos concepciones clave: una, de carácter sintético,
que exige el principio del gobierno representativo y responsable sujeto a
control parlamentario, y al de las elecciones, y otro, de carácter
comprensivo, que entiende la democracia como un sistema
institucional que tiene la finalidad de tomar decisiones, y donde los
individuos adquieren el poder de decidir mediante un proceso de eleccióncolectiva
en un ámbito de competencia.
Esto nos lleva a considerar tres concepciones importantes en el análisis
de los regímenes democráticos:
1. La concepción
individualista de la democracia que parte de
una concepción racionalista del individuo. Así, por ejemplo, DOWNS considera a los individuos
como votantes (clientes), y a los partidos políticos como
oferentes de políticas públicas. La democracia es
el mercado en el que los votos les sirven a los individuos
para adquirir determinadas políticas.
2. La
concepción colectivista o socialista se estructura sobre tres ideas
principales:
• La
idea de democracia social (socialdemocracia), que implica la
extensión de la ciudadanía social, de los derechos sociales.
• La idea de democracia económica:
que supone la reducción de la desigualdad por razones de riqueza, mediante
procedimientos de socialización.
• La idea de democracia industrial
que determina la participación de los trabajadores en los procesos de
producción.
3. La concepción procedimental de la democracia, que parte
de los análisis de SCHUMPETER y DAHL, entre otros, y que asegura que la democracia es
un procedimiento que garantiza la propia democracia, lo que
requiere ciertos requisitos como: libertad de asociación y organización
política; libertad de expresión; derecho al voto y capacidad
electoral activa y pasiva no restringida; competencia electoral pacífica entre
líderes y entre partidos políticos; existencia de una información
plural y fiable y, en suma, disponer de procesos electorales periódicos,
libres, fiables y suficientemente tutelados.
II. Los grandes regímenes políticos actuales
Dentro de los actuales regímenes democráticos, cabe establecer varias
subtipologías:
• Regímenes parlamentarios:
es el modelo europeo típico. El Poder Ejecutivo está aquí vinculado al Poder
Legislativo, y depende de una mayoría a su favor, si bien admiten distintas
posibilidades en la formación de los gobiernos (mayoritario, minoritario o en
coalición).
• Regímenes presidenciales: el Presidente
(Poder Ejecutivo) dirige el gobierno, y es elegido de forma directa e
independiente de las cámaras legislativas. Éstas tienen como función aprobar
las leyes (competencia legislativa), y además son los entes representantes de
la voluntad general. Existe una cooperación entre ambos poderes en la toma de
decisiones.
• Regímenes semiparlamentarios. El mejor
ejemplo es Israel, en donde el Primer Ministro goza de una legitimidad propia
frente al Parlamento, pero debe contar con la mayoría parlamentaria para sacar
adelante las leyes.
• Regímenes semipresidenciales. Imperaban
en Europa en los años 20 (España, Alemania, Austria...); sobre la base de un
régimen parlamentario, el Presidente goza de facultades especiales para nombrar
Primer Ministro, nombrar a los miembros del gobierno, o presidir sus reuniones.
El gobierno, mientras, sigue siendo responsable ante el Parlamento. El
Presidente está dotado de legitimidad propia, en tanto que es
elegido de forma autónoma.
Además de esta clasificación, existen otras tipologías de los regímenes
democráticos, que permiten dividirlos en dos modelos:
• Modelo Westminster. Proviene de la
experiencia política del Reino Unido y alcanza a la mayor
parte de los países de área de la Commonwealth. Se basa en un sistema de
representación mayoritario, con una alta concentración de poder donde
un solo partido tiene la mayoría y controla el gobierno. Cabe advertir una
cierta fusión de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, pero manteniendo la
preeminencia del gabinete sobre el Parlamento. El modelo parlamentario
normalmente tiende a un bicameralismo asimétrico, lo que puede atribuirse al
sistema de partidos bipartidista, y bidimensional.
• Modelo de democracia de
consenso: Característico de las democracias continentales europeas, suele
ofrecer unos rasgos comunes que se sintetizan en la existencia de gobiernos de
coalición, lo que implica la participación de múltiples fuerzas políticas en el
Ejecutivo. La separación de poderes es más estricta que en el caso anterior,
siendo el Ejecutivo y el Legislativo autónomos entre sí, lo que suele producir
un bicameralismo equilibrado. El sistema de partidos es pluripartidista y
pluridimensional, que viene a caracterizar a las sociedades segmentadas y
enfrentadas. Los criterios de representación electoral son proporcionales. La
organización territorial de estos modelos admite cualquier forma de
Estado, ya sea unitaria, federal o regional.
III. Los sistemas no democráticos
Los regímenes autoritarios y los totalitarios. Las dictaduras civiles y
las militares. El populismo.
Los regímenes no democráticos se caracterizan por el ejercicio del poder de
forma monopolista, sin límites ni control, ya lo realice una persona o un grupo
de personas.
Como antecedentes históricos, debemos considerar las aportaciones
doctrinales tanto del constitucionalismo liberal, que identifica dictadura con
régimen no constitucional, como las del marxismo, que introduce el
concepto de dictadura del proletariado, para describir la
naturaleza coactiva-represiva del proceso transitorio que precede al
establecimiento de la sociedad ideal; este período tiene una finalidad revolucionaria.
En la misma línea, durante el siglo XX, las experiencias derivadas de la
Revolución Rusa y de los fascismos producen una reformulación de las categorías
que definen el análisis de la dictadura.
En efecto, K. Schmitt establece dos modelos de dictaduras:
• La dictadura comisarial:
vinculada al modelo romano. Implica la suspensión del orden constitucional
vigente para garantizarlo. La dictadura se establece por un período limitado, y
por razones excepcionales. Aquí se incluyen los tipos del estado de excepción y
del estado de necesidad.
• La dictadura soberana: donde el Ejecutivo
constituido apela a un nuevo orden y reclama el poder constituyente.
Este supuesto puede tener un carácter reaccionario o revolucionario.
F. NEUMANN elabora su teoría sobre las dictaduras analizando las
experiencias del nazismo y el estalinismo que, nivelada, le permiten establecer
tres tipos de dictaduras:
• Dictadura simple: un individuo o grupo
ejerce el poder de forma absoluta o sin control a través de
los medios tradicionales de coacción del Estado: el ejército, la policía, la
burocracia y la administración de justicia. La población no tiene ningún tipo
de interés por la actividad política, no hay participación ni
conciencia política.
• Dictadura cesarista, según el ejemplo de
Napoleón III. Se trata de una dictadura personal, que para la toma del poder y
su ejercicio se apoya en la población. Este modelo recibe los nombres de
populismo, bonapartismo y cesarismo. La intervención de la masa, no articulada
e inconsciente, es utilizada por el líder para apoyarse.
• Dictadura totalitaria. Implica un control
de la educación, de los medios de comunicación y de la vida privada de los
individuos.
J. LINZ, refiriéndose en particular a la experiencia de la dictadura
española de la primera mitad del siglo XX, pero con afán generalizador, enuncia
el concepto de régimen autoritario en contraposición al régimen totalitario;
las dimensiones características del régimen autoritario son:
• Existencia de un pluralismo limitado
y no responsable, en contraposición al poder centralizado de
los totalitarismos.
• Existen grupos activos políticamente,
como el ejército, la iglesia, las organizaciones empresariales, no
responsables, porque no están sujetos a elecciones competitivas.
Este conjunto de actores se constituye en una coalición dominante, en la que se
da una alianza o pacto que permite la estabilidad del régimen.
• Mentalidad frente a ideología: en los
regímenes autoritarios hay una mentalidad generalizada que sirve para
justificar y sostener el régimen. En los regímenes totalitarios existe una
actitud intelectual que tiene como base unos valores generales sobre los que
hay un acuerdo entre los actores.
• Ausencia de movilización política a causa
de la despolitización de las masas. La sociedad se sitúa fuera de la actividad
política, con el mínimo nivel de participación y controlada desde arriba. En
los totalitarismos, sin embargo, se produce una movilización constante de la
población, gracias a la manipulación ideológica de las masas.
• El poder está en manos
de un líder o grupo reducido; y si existe un partido único no está bien
organizado ni monopoliza el acceso al poder, y no tiene una entidad
ideológica.
• Existen unos límites formales al poder,
predecibles, pero mal definidos. Estos límites son unas normas y procedimientos
de actuación, a los que el régimen se somete, pero los cuales pueden ser
cambiados de forma prerrogativa.
Por último, conviene resaltar la posición de L. MORLINO convierte los
conceptos en instrumentos analíticos, para poder elaborar comparaciones. De
este modo, es posible elaborar tipologías de regímenes no democráticos, según
las siguientes categorías: regímenes autoritarios fascistas, populistas,
nacionalistas, comunistas e islamistas.
IV. Dictaduras
militares
Son la expresión de la intervención de las Fuerzas Armadas de un país en
la política del mismo. El fenómeno más típico relacionado con
este modelo es el del golpe de Estado, sobre todo en África y Asia tras la
descolonización e históricamente en América Latina. En ciertos casos, es
posible que la dictadura militar no sea visible, cuando la intervención militar
es indirecta y mantiene un gobierno civil al que maneja en la sombra; esto nos
permite establecer el concepto de régimen militar directo o pretorianismo,
según HUNTINGTON. En esta línea podríamos situar las llamadas dictaduras
cívico-militares, que son la expresión de la alianza entre militares y
burócratas civiles, políticos profesionales y representantes de las clases
dominantes.
Por lo que se refiere a la experiencia de la mayoría de los países del
área iberoamericana G. O’DONNELL elabora el concepto de dictaduras
burocrático-autoritarias, que resultó una característica de la región en la
década de los 70.
V. Regímenes autoritarios populistas
El Peronismo es el ejemplo más destacado. Se basan en la existencia de
un líder carismático directamente relacionado con las masas no organizadas; en
especial, con las urbanas de reciente inmigración, a las que falta una
conciencia política participativa. Este tipo de regímenes se apoya en una
ideología no muy bien articulada y difusa, que pone el acento en la justicia,
la moralidad, la relación directa del líder con la masa, el progreso, la
industrialización, etc.
VI. Regímenes autoritarios nacionalistas
Son típicos de África, y se crean a partir del proceso de independencia
colonial, dirigido por una élite local. Suelen contar con un líder carismático,
en ocasiones un héroe durante el proceso de independencia. Las Fuerzas Armadas
desempeñan aquí un papel secundario, aceptando el poder civil. Por lo general,
solo cuentan con un partido único, que acaba convirtiéndose en una maquinaria
burocrática y de control de clientelas. Su ideología es ambigua,
anticapitalista, antiimperialista, y orientada hacia el socialismo.
VII. Los regímenes islámicos: el caso de Irán
Un régimen islámico no es lo mismo que un Estado islámico: en ambos la
religión oficial es la musulmana, pero en los regímenes islámicos, además, el
clero ejerce el poder, apoyado en una ideología compleja, la
religión islámica, y en dos elementos conceptuales: la UMMA, o comunidad de
creyentes y la SHARÍA o aplicación de las normas religiosas del Islam como
principios fundamentales del ordenamiento y de la convivencia. La estructura
partidista está articulada por el clero, y los grupos se componen de afiliados
creyentes.
Vocablos de referencia:
Democracia
Estado de derecho
Formas de gobierno
Regímenes políticos
Sistemas políticos
Bibliografía:
Huntington S.P.: “El pretorianismo y la decadencia política” en El
orden político en las sociedades en cambio, Barcelona, Paidós, pp. 175-236.
Morlino L: “Los autoritarismos” en G. Pasquino y otros: Manual
de ciencia política, Alianza. Madrid, 1990,
pp. 129-179.
O’Kane R.:
“Military Regimes: Power and Force” en European Journal of Political
Research, 1983-1, p.27-45.
Salvini G. y Andreis E.: “Un analisi comparato del processo di
transizione in Unione Sovietica e nella Repubblica Popolare Cinese” en Il
politico, nº 179-4, 1996, pp. 563-607.
VV.AA. “Les régimes islamiques”, monográfico de Povoirs, n’12,
1979.